PASIONES SALSERAS ( y II )

Pero no por eso tengo que dejar de poner en la palestra salsera un tema muy interesante y es procurar que las nuevas generaciones salseras, no ya que compartan esa pasión por la salsa (porque eso es del dominio particular y de libertad de las personas para decidir sus gustos y preferencias), sino que, dadas las circunstancias, se diviertan y se sientan integrados desde el primer momento en este mundo del baile, cuando acudan a una fiesta, a un taller de técnica, a un congreso, o, incluso a un concierto de salsa. Y aquí hago propósito de enmienda. Entre todos debemos (repito ENTRE TODOS) luchar contra esa fragmentación que se suele dar en una pista de baile, huir del envilecimiento que supone el no tener la confianza suficiente en nosotros mismos como para salir a bailar y disfrutar, rechazar esa enloquecida tendencia a pensar de que, desde los aledaños de la pista, un inmisericorde jurado de entendidisimos técnicos nos miran con ánimo jocoso o de feroz crítica para evaluarnos milimetricamente, y rechazar de plano esa falaz tendencia a empequeñecer a los que ahora comienzan o llevando más tiempo menos saben, condenándolos a la sectaria, frívola, zafia, fanática, banal y grosera de las marginalidades salseras.

Lo repito una y mil veces más (las que hagan falta), y no me cansaré de decirlo jamás (ni nadie me callará), las personas bailamos para pasarlo bien, para disfrutar, para alegrarnos la vida, para socializarnos, para compartir cosas interesantes y no hay derecho a que, por el afán de presunta superiodidad de unos pocos, se cree una atmósfera de intimidación permanente sobre los que ahora comienzan y están ganando prestaciones salseras continuamente.

El día que todos hagamos propósito de mejora (y no estoy hablando precisamente de baile, sino de actitud) personal, acabaremos con esta siempre latente ofensiva de avasallamiento en que, en ocasiones, hemos convertido la pista de baile, transformándola con la excusa del entretenimiento salsero, en una trituradora de reputaciones que aniquila la autonomía de estas nuevas promociones de salseros que, bajo la amenaza de su propio quebranto, se sienten bajo la picota y con la sentencia de ser ejecutado inminentemente sin contemplaciones en un expeditivo juicio de maniqueísmo salsero brutal, inquisitorial y delirante.

Y finalizo como comencé, a todos los principiantes, siéntanse independientes, libres, siéntase fuertes como para salir a esa pista de baile social y comerse el mundo, disfruten del baile y de la persona con la cual están compartiendo ese momento musical tan formidable, equivóquense una y mil veces y no miren justo detrás, como si esperaran que un radical exaltado fuera a fusilarlo por ese mero y normal hecho, aprendan y repitan sin obsesionarse, con temple y, si es posible, con una sonrisa, no legitimen, por favor, con su actitud de desconfianza (tan normal como cualquier otra, la confianza en uno mismo y sus aptitudes salseras, se ganan con la práctica y con el tiempo) a esos absurdos agitadores de la necedad más rampante. Y no duden jamás, en ponerle esas necesarias dosis de pasión a todo lo que hagan, porque solo con esa actitud intachable lograremos amedrentar a todos esos que siguen apostando por el síndrome del estercolero salsero.


Saludos, en lúcida libertad.